Andrés Echecopar es uno de los business angels de mayor renombre en España. En sus inicios fue socio PWC, especializándose en compra y fusiones del sector bancario, y posteriormente trabajó para uno de los fondos de capital riesgo más importantes de Europa. Tras la crisis de 2008, decide invertir parte de su patrimonio personal sin mucho éxito. Ese fue el momento en el que decide unirse a la red de business angels de ESADE en la que revisó multitud de proyectos innovadores. En 2015, tras esos años de aprendizaje, decidió volver a invertir, esta vez consiguiendo buenos resultados. En la actualidad ha participado en 25 proyectos de los que 22 siguen en activo, permitiéndole vivir de los beneficios que generan.
Gracias a su dilatada experiencia, Andrés sabe bien que cualquier cosa puede ocurrir cuando te lanzas a emprender y considera que no existe un manual con los pasos exactos para alcanzar el éxito, pero apunta durante la charla a que “la idea no es la clave, lo es la ejecución”.
Como business angel, Andrés afirmó buscar ciertas características en un emprendedor para invertir en su proyecto, entre las que se encuentran: tener cierta experiencia en proyectos anteriores, ser capaz de hacer una escucha activa, poseer un alto grado de empatía y resiliencia, y finalmente “que se deje ayudar”.
Entre las anécdotas de las locas inversiones que ha realizado, Andrés compartió durante la charla la de una granja de moscas. Proyecto que conoció en un encuentro parecido al celebrado en el vivero de Carabanchel y que consiste en unas moscas que producen unos gusanos que devoran todo tipo de residuos y que son luego utilizados para todo tipo de fines como la cosmética o la harina de insectos. “Vais a oír hablar mucho en el futuro de la harina de insectos”, afirma Andrés, apuntando al auge de este nuevo tipo de ganadería.
Por que Andrés cree fervientemente en el tsunami tecnológico que se avecina y que va a cambiar nuestras vidas en los próximos 25 años. “Esto va a una velocidad gigantesca, si coges la lista de unicornios a nivel mundial, hace una década tienes unos dos o tres por año, ahora empieza a haber más de 50”, comenta Andrés.
Tras el Cofee Break, Andrés compartió un café con los asistentes escuchando algún que otro elevator pitch, actividad que le apasiona ya que, cómo cuenta que le dice algún amigo suyo: “tú nunca paras de pitchear”.
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